Un Tranvía Llamado Deseo
Si alguna vez uno ha visitado Nueva Orleáns ya no puede leer el Tranvía… sin escuchar el sonido que tanto atormentara a Blanche Du Bois. Y es que la real escenografía de la obra de Williams no está en los decorados ni en los objetos, sino en el alma y el impulso secreto, visceral, de los personajes. Nueva Orleáns –el Sur- es el espacio natural de esta historia, tanto como Blanche respira el aire de Belle Reve en cada palabra o cada gesto. En otras palabras, la Ciudad es un estado del alma, una condición del ser. Y algo similar ocurre cuando uno ha visto la película de Elia Kazan. Ya no puede leer de otra forma el Tranvía… que imaginando a Marlon Brando en su postura de salvaje o a Vivian Leigh con su mirada entre ingenua y perversa.